No se debe pasar por alto en absoluto el papel de la temperatura en la producción de bebidas alimenticias. De hecho, este elemento es fundamental, especialmente en las fases de fermentación, conservación y estabilización.

 

El control de la temperatura se puede ejercer mediante varios métodos, por ejemplo mediante el uso de soluciones refrigerantes insertadas en cavidades del tanque, placas sumergidas o intercambiadores. Las unidades de refrigeración equipadas con sistemas para el almacenamiento y movimiento de líquidos refrigerantes (soluciones, agua o agua glicolada) constituyen otra alternativa importante. Las temperaturas se pueden controlar mediante termorreguladores locales o remotos en plataformas SCADA, sistemas que pueden registrar datos sobre las temperaturas de fermentación en archivos accesibles para un mayor análisis del proceso.

 

La temperatura también es crítica en el proceso de estabilización. En el ámbito enológico, la estabilización tartárica permite prevenir la formación de cristales de tartrato en el vino embotellado, es decir, la formación de posos (bitartrato potásico o comúnmente conocido como crémor tártaro) en la botella, fenómeno poco apreciado por el cliente.

 

Además de la refrigeración, la estabilización se puede realizar utilizando resinas de intercambio iónico.